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Resiliencia, denominación que utilizan los científicos para determinar el estado de los minerales que son expuestos a altas o bajas temperaturas sin sufrir modificación alguna. Resiliencia, palabra que utilizan los psicólogos para determinar a una persona que mantiene su esencia sin que los hechos o las circunstancias lo modifiquen o alteren el curso de su vida, como un ser social, cabal, definido. Resiliencia, en simples palabras, la resistencia a todo.

sábado, 2 de agosto de 2014

Eternidad

Alteración de los sentidos
Aguda fricción de los recuerdos minuciosos
Escarbar la raíz de los males
Presente inagotable

De eso se trata la simpleza del mundo
Del ser y el todo
De ser uno mismo
Buscarse, hallarse y recuperarse.
El enclítico que recae en sí mismo
¿Te das cuenta ?

Conjugación de la ciencia y el espíritu
Alcanzar la fe
Alcanzarla mediante el candor del amor
y el raciocinio hipotético deductivo
Mediante pruebas, todo.

De eso se trata la simpleza del mundo
De la espera constante
De la paz lograda
Animarse, proyectarse y alzar vuelo
Correr el riesgo todo el tiempo
¿Tienes ganas ?

De eso se trata la simpleza del mundo
Del ser, del hombre y el todo
Del cuerpo, la mente y el espíritu
¿Te das cuenta ?
De eso estamos hechos
De lo físico, lo psíquico y el alma
La esencia invisible e inalterable

Y tú esperas
en el umbral de los miedos
el soplo del aire en tu rostro
el mismo que recibió Adán
¿Tienes ganas ?

Y se produce la alteración de los sentidos
Se agudiza la perspectiva
Se escarba en lo profundo de lo esencial
Y el presente, se hace eterno.

Resiliencia


Infortunio quizás, para eso estamos. Y comenzaron los días de terapia, días que trajeron consigo las nebulosas del pasado, los hechos recientes que abrieron heridas mal curadas. La pena, el dolor, las ausencias, el vacío. Interrogaciones existenciales que emulan respuestas al origen de sí mismo, de mí mismo.

Agosto, Mar del Plata, mil nueve ochenta y tres. Primogénito de jóvenes padres que buscaban independencia o mas bien madurez. Seguramente por los vestigios de las fotografías, las alegrías de ellos se concretaban.
Con el correr de los años la imagen infaltable de mi hermana se sumaban al crecer. Departamento, planta baja, ella y yo, y una criatura esperando ver la luz; y mis padres, con sus disputas, sus peleas y yo con la niñez que nada lo comprendía… aún.

Mil nueve noventa, Punta Alta. La llegada a un barrio nuevo, con hermosas casas amarillas y plagado de eucaliptos, muy altos por cierto. Juegos infantiles en el patio, de los cuales mi madre también era partícipe entre la multitud de chicos. Saltar la soga (en realidad utilizábamos la manguera por ser extensa y por la cantidad de niños), escondidas, manchas, trepar por la soga hasta la punta del árbol, cumpleaños, primer grado en una escuela ilustre con un particular aroma a verano constante.

Mil nueve noventa y uno, otro integrante llega a la familia, probablemente para asegurar o quizás recomponer las disputas que continuaban, cosa que no funcionó.

Mil nueve noventa y tres, otra mudanza, esta vez hacia el Gran Buenos Aires, el conurbano, lo peor. Al segundo día paseamos por Capital con mis hermanos y mi madre; mi papá había ido a terminar o concretar, supuestamente, la entrega de la que sería nuestra próxima morada por un tiempo. El hecho de tantas mudanzas se debía a que mi padre era músico de la Armada militar y lo trasladaban constantemente y puede haber hechos o espacios que ni ustedes ni yo comprenderemos, debido a que no los podré desarrollar, pues son cosas que nunca contarán a sus hijos.
He dicho que llegar a Buenos Aires fue lo peor, porque el paseo de ese día terminó en perdición, a altas horas de la noche, con hambre, con sueño, en una villa por accidente y sin saber que sitio. Resiliencia, quizás un suceso que marcó mi vida.

Así transcurrió medio año en Almirante Brow, después continuó en Gral. Ordoñez, Córdoba, en la casa de mi abuela y luego en la de mi tía debido a las peleas.

Mil nueve noventa y cuatro, San Miguel, conurbano Bonaerense. Comenzaba un año ya sin mi padre. Con el dolor inmenso de mi madre, cosa que comprendí de grande; ya no podían estar más juntos. El dolor de ella se convirtió en enojo descargado hacia mí porque me veía parecido a él, también debíamos elegir entre ella y él, y yo, que los quería a ambos porque eran mis padres.

Mundial, transcurría durante el invierno del noventa y cuatro, ella enferma, sin trabajar y sola; tuvimos, a mi cuidado, que salir con mis hermanos al mundo a buscar local por local, tacho por tacho algo que comer, y yo, lastimando a mi hermano por no obedecerme. Un mal año, de verdad un mal año. Resiliencia, otro hecho que superar.

Allí en San Miguel crecimos juntos, con alegrías, penas, ausencias, intentando constantemente ser felices. Así pasaron para mi vida la culminación del primario, los juegos en la plaza del barrio, el delegado (o quemado), las carreras en patines, los carnavales, el comienzo de octavo año en una nueva escuela con más de mil alumnos aproximadamente por turno, y teatro, mi fuga, mi escape, mis sábados de olvido y profunda felicidad que las evoco de vez en cuando para reírme a carcajadas.

Entre fines de mil nueve noventa y cinco hasta la crisis del dos mil, mi madre tuvo un local comercial que por dicha crisis la situación la obligó a cerrar, situación que afectó a muchos argentinos de diferentes maneras durante el gobierno de De la Rúa. Mis hermanos tuvieron que irse a vivir con mi padre a Bell Ville, Córdoba, yo me quedé para terminar el secundario teniendo un poco que cuidar de mi madre y otro poco tolerar sus actitudes que me hacían desconocerla. Resiliencia, mi alma buscaba otro cambio.

Dos mil tres, Bell Ville, Córdoba, mi nuevo hogar. Lugar apacible, tranquilo y lejos de los amigos que había concretado en los últimos años del secundario. Mis hermanos creciendo y pasando por una adolescencia con una gran ausencia que se llama madre. Sus dolores fueron reflejados en sus acciones, y yo intentando orientarlos. Nada fácil.

Bell Ville, mi primer trabajo, mis primeras inversiones. El descubrimiento de un ser capaz de aprender cosas nuevas, de servir para algo. Durante esos años ocurrieron sucesos a los cuales tuve que enfrentar de manera razonable a las incongruencias irracionales de mis hermanos que obedecían a sus caprichos, a sus rebeldías que lamentablemente terminaron lastimándose a sí mismo, sin olvidar también a las incongruencias de mi papá que me hacían sentir despojado de mi rol de hijo para ser padre de él y mis hermanos. Por cierto él terminó separándose de quien fue mi madrastra y nos fuimos a vivir, junto con mis dos hermanos más chicos a un departamento, Maricel ya vivía hace dos años en Morrison, un pueblo cerca, con su hijo y pareja.

Dos mil siete, decido comenzar la carrera de Letras, al año siguiente dejo de trabajar en la fábrica para dedicarme por tiempo completo a la carrera.
Dos mil nueve, mi padre decide irse y dejarnos a mis hermanos y a mí aquí, solos. Resiliencia, y se abrió una herida que revolvió un pasado, un dolor profundo.

Resiliencia, denominación que utilizan los científicos para determinar el estado de los minerales que son expuestos a altas o bajas temperaturas sin sufrir modificación alguna.

Resiliencia, palabra que utilizan los psicólogos para determinar a una persona que mantiene su esencia sin que los hechos o las circunstancias lo modifiquen o alteren el curso de su vida, como un ser social, cabal, definido.

Resiliencia, en simples palabras, la resistencia de todo.

Oviedo Juan Manuel.