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Resiliencia, denominación que utilizan los científicos para determinar el estado de los minerales que son expuestos a altas o bajas temperaturas sin sufrir modificación alguna. Resiliencia, palabra que utilizan los psicólogos para determinar a una persona que mantiene su esencia sin que los hechos o las circunstancias lo modifiquen o alteren el curso de su vida, como un ser social, cabal, definido. Resiliencia, en simples palabras, la resistencia a todo.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Un pacto con Dios.


"Jamás se volvió a saber de ella."
Cien años de soledad.

Macondo, 23 de Junio.

            Dicen que la memoria es traicionera, no lo dudo. Hoy se cumplen tres meses desde que decidí apartarme de este mundo que aún no acabo de comprender. He visto cosas de las más extraordinarias, cosas de las que nunca creí imaginar, y así como también las he vivido.
            La memoria es traicionera y apenas recuerdo cómo fue mi vida antes de llegar a aquí, antes de llegar…a Macondo.
            Yo vivía con mi familia en Manaure, un lugar pequeño de pocos habitantes. En el centro del pueblo había una arboleda con flores amarillas, que con el reflejo del sol irradiaban sus pétalos como oro brillante. Mi casa era grande, con una gran sala que se comunicaba a todas las habitaciones, era hija única y por lo tanto mis padres fueron demasiados sobre protectores conmigo.
            Recuerdo una tarde cuando la sombra de un álamo atravesaba la calle principal, el cielo se cubrió de insectos voladores picando a toda la población, salvo a mi, cosa que nunca comprendí. Mis padres víctimas de esa plaga, a la que habían denominado “La Peste del Ensimismamiento” porque cuando llegó se abalanzó ante el cielo y ante nosotros. Sus picaduras les provocaban una comezón que se extendía por todo el cuerpo como una especie de musgo verde rojizo consumiendo toda piel viva hasta llegar a los huesos.
            En una noche de infortunio en Manaure, cuando los llantos y sollozos que se oían por las ventanas meramente iluminadas, una carreta de gitanos llegaron atraídos por el dolor ajeno. Fui la única en recibirlos, pues todo el pueblo estaba moribundo y habían perdido las pocas fuerzas que hallaban. Unos de los gitanos de figura corpulenta, me dejó el recado, pues él conocía nuestra lengua, en que tenía que difundir el método de acabar con la peste que nos había invadido. La formula consistía en la mezcla de comer tierra y cal; y me entregó también un colmillo de animal carnívoro del cual me protegería del mal de ojo, porque según él, yo era una de las niñas de apariencia más rara que había visto en su vida, puesto que podría captar la atención de todos, y eso me haría mal.
            Lamentablemente, la peste había avanzado demasiado desde el día en que llegó, ya era tarde para salvarlos, entonces decidí salvarme a mí. Tuve la desgracia de observar el deterioro carnal que los invadía a mis padres, pues esto me provocó un impacto shockeante y presentía que mis voces ya no tenían sentido. Era una tradición familiar reconocer espiritualmente a las personas que nos habían traído al mundo, así como mis padres guardaron los huesos de los suyos, mi obligación en ese momento era guardar la de ellos. Para  que cupieran los dos en el talego tuve que descuartizarlos, pues no quería que ninguna parte de ellos quedara lejos de mí.
            Al cabo de un tiempo, fui la única que sobrevivió a la peste, mi capacidad de supervivencia llegó a un grado inaceptable debido a que sólo comía tierra y cal.
            La noche en que habían llegado los gitanos, uno de ellos me dijo que esperara aquí y que un grupo de gente me llevaría a un lugar mejor. La espera fue trágica, pues habían demorado tres largos años.
            Me encontraba en un rincón adormecida cuando el silencio fue interrumpido por el galope de un caballo, eran unos traficantes. Salí corriendo alegre sabiendo que eran ellos los que me salvarían de mi soledad.
            Emprendí el viaje, como un turista que pretende conocer el mundo. Si bien mi trato hacia ellos carecía de comunicación, descubrí hacia donde me llevaban, hacia un lugar en donde todavía no había muerto nadie. Estos traficantes tenían varios baúles con muchas pieles, en una noche de frío, cuando las nubes soplaban congeladas, decidimos todos sin pensar en cubrirnos con ellas, mi piel se erizó y una extraña sensación despertó mi intranquilidad, percibí que portaba alguna enfermedad.
            Pasaron dos noches en que esta tripulación viajera no lograba dormir, desesperados los traficantes aceleraron el paso para llegar a destino. Un domingo por la tarde divisé la nueva tierra, mi nuevo hogar. No conocía a nadie, vi un panorama raro, distinto, extraño en el cual yo no me sentía identificada. El trayecto hacia la casa de los fundadores parecía intrigante, misterioso y magistral, mi cuerpo se lleno de pudor, pues sentía que mi llegada no traería bien alguno. Quedé en la puerta esperando con mis ojos espantados a que se abriera, hasta que fui recibida, lo demás es historia conocida aquí en Macondo.
            Me tengo que despedir misterioso receptor de mis cartas, estoy oyendo una voz muy lejana y no se quién es, y estando sola, esta voz me esta empezando a dar miedo.

-¡Rebeca! ¿Me oyes?
-¿Quién eres?
-No importa quien soy, lo que importa es que yo sé quién eres tú.
-¿Dónde estás?
-Yo estoy adentro…afuera…en todos lados estoy, yo te rodeo como el mismo aire que te envuelve.
-¿Eres Dios?
-Se podría decir, pero no es esa la palabra precisamente.
-¿Qué quieres de mí? ¿Qué estas buscando?
-La pregunta es ¿Qué estas buscando vos Rebeca?
-Yo no busco nada, por eso me encerré aquí adentro.
-¿Segura? ¿No te intriga saber quién fue la persona que te envió a Macondo? ¿Por qué lo hizo? ¿Con qué fin?
-Si, pero es algo que nunca lo voy a saber.
-Te equivocas, a eso he venido, a darte una respuesta. Una de tus preguntas es quién era ese gitano corpulento que te dio el don de la supervivencia, pues ese  gitano se llamaba Melquíades y su pretensión era que a través de ti, llevaras a Macondo la peste del insomnio para que este pueblo tuviera un mejor desarrollo, que buscaran los medios necesarios para las soluciones de sus problemas y dotarlos de inteligencia.
-¿Cómo es que sabes todo esto?
-Es… porque soy como un Dios.
-¡Pero dijiste que no lo eras!
-No, no lo soy, pero en tu mundo si lo soy.
-¡No te entiendo!
-Pues, yo creo, invento e imagino mundos de los que nadie ha habitado y pongo en él a las personas que se me ocurren y les creo problemas. Yo no soy Dios, pero intento serlo en tu mundo.
-Si yo pertenezco a tu mundo y tú eres mi Dios. Entonces ¿Por qué decidiste dejarme huérfana a los 8 años? ¿Por qué tuviste que dejar que mis padres murieran ante mis ojos? ¿Por qué me diste una vida tan desdichada?
-No lo se Rebeca, sólo me dejé llevar.
-¿Te dejaste llevar? Y manejas mi vida como si mi decisión no contara. Mi vida se basa en tus juegos absurdos con el fin de tu propia diversión, de tu propio entretenimiento. Quieres decir que la decisión de apartarme de este mundo no fue mía sino tuya. Esto es inaceptable, inaudito, intolerable. No te daré más con ese gusto, mis ojos no verán un próximo amanecer, ya no me manipularas más, hoy acabaré con mi vida.
-¿No lo entiendes Rebeca? Si te matas, es porque yo también lo quiero, siempre voy a controlar tu vida.

La mirada de Rebeca se perdió entre la oscuridad, pensativa y tenebrosa.

-Si al menos no puedo terminar con mi vida, quisiera saber quién es la persona que se ocupará de hacerlo.
-Está bien, pero con una condición.
-¿Cuál?
-Prométeme no salir nunca de esta casa y que mi secreto jamás será revelado. ¡Promételo Rebeca!
-Prometo no salir nunca de esta casa con mi cuerpo y mi alma.
-Bien. Te diré quien soy, en el mundo de donde yo vengo, en el mundo que tu no conoces, mis amigos me llaman “Gabo”  y otros Gabriel García Márquez.

Juan Manuel Oviedo.

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